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Recibir el peor veredicto posible para cualquier padre, la pérdida prematura de un hijo, nos puso contra las cuerdas. Continuar o abandonar… 


Es una prueba diaria, un exámen por hora, un test por minuto que incluye honrar la memoria y seguir funcionando como individuos.
Nuestro amado Danchu, de bendita memoria, nos enseñó un camino ya sin retorno para todos nosotros: dar incondicionalmente. 

 

Por eso la obra, por eso El Leoncito Dan.


Nos hablaron de resiliencia, ese fenómeno químico que si no mata, fortalece. Y es gracias al amor de sus amigos que estamos de pie redoblando la apuesta. Porque la trascendencia de Danchu nos abraza y cada pequeño gesto nos aleja de su ausencia.
 

Paula y Jaim (papás de Dan).

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